El movimiento Slow Life es una corriente cultural que defiende un cambio en el sistema de vida actual. La cultura Slow promueve la desaceleración y tomar el control del tiempo para lograr un mayor disfrute y calidad de vida.
El ritmo de vida actual
En la actualidad, vivimos a máxima velocidad, inmersos en un mundo que cada vez se mueve con más celeridad. Sobre todo en entornos urbanos, vivimos con la rapidez del día a día, sumidos en un ritmo frenético y constante. A diario buscamos mayor eficiencia, hacer la mayor cantidad de cosas y hacerlas más rápido.
Pero esta cultura de la velocidad, si bien en entornos urbanos se da con mayor intensidad, no es exclusiva de las grandes ciudades. La globalización ha extendido por todos los rincones del planeta la aceleración del ritmo de vida, creando un mundo obsesionado con la rapidez, con hacer más y más en menos tiempo. Cada momento del día se siente como una carrera contrarreloj, e incluso las acciones más cotidianas se han acelerado: comer, caminar, leer… Esta “cultura rápida” se nos infiltra de tal manera que no llegamos a percibir cómo afecta a cada aspecto de nuestras vidas.
En efecto, el ritmo de vida actual no resulta inocuo: afecta a nuestro trabajo, a nuestra dieta, a nuestras relaciones personales, al medio ambiente, a nuestra salud, etc. Exceder las propias capacidades afecta a nuestra salud, y tanto el cuerpo como la mente nos avisan de que nuestra manera de vivir está descontrolada y supera nuestras limitaciones.
¿Qué es el Movimiento Slow Life?
El Movimiento Slow es una tendencia cultural a favor de sosegar el ritmo de vida y en general la actividad del ser humano. Se trata de un movimiento de ámbito mundial que propone recuperar el control del tiempo, en lugar de vivir subyugados por él. Para lograrlo, es fundamental encontrar la pausa para disfrutar de actividades relajantes o enriquecedoras. Debemos priorizar las actividades que benefician el desarrollo personal y alcanzar un equilibrio entre el uso de la tecnología como método de productividad y ahorro de tiempo.
Así, el movimiento no reniega del avance tecnológico en sí, sino del uso que hacemos de él, ya que, aunque permite optimizar el trabajo, la producción y otras tareas humanas, los aspectos realmente importantes de la vida no deberían acelerarse.
En las últimas décadas se ha extendido por todo el planeta la tendencia a producir durante todas las horas del día, todos los días del año. Una muestra la encontramos en una tradición, aún reciente, que está desapareciendo en países occidentales: el día de descanso semanal donde no había apenas comercio ni producción. Este aumento de actividad general ha empujado el pensamiento global hacia la idea de que es necesario hacer a todas horas el máximo de cosas.
Ante este panorama, el movimiento Slow Life representa saber parar, dejando de lado la vorágine del mundo que nos rodea. El sistema de vida “slow” propone saborear un presente efímero al que no solemos dedicarle mucho tiempo.
Pero esto no significa no actuar o ser vago, no implica pasividad. Lo que esta nueva filosofía de vida defiende es tomarse la vida de otra manera, lejos de la prisa que envuelve nuestro día a día y nos arrolla. Significa disfrutar de cada acción, de cada momento y de cada persona, y se extiende a todos los ámbitos de la vida.
En definitiva, el enfoque del Movimiento Slow Life se centra en ser selectivos a la hora de actuar, en la plena consciencia de cómo utilizamos nuestro tiempo y en la premisa de que menos puede ser más.
Algunos modos de desacelerar el ajetreo cotidiano son: consultar menos el reloj en los momentos de descanso, reducir el ritmo en nuestra actividad cotidiana y reservar tiempo para hobbies o actividades que nos hagan sentir bien como la lectura, pasear, disfrutar de un masaje, o simplemente comer con amigos.
Historia del Movimiento Slow
Si bien el Movimiento Slow se ha manifestado con diversidad de formas desde (y en parte como consecuencia de) la Revolución Industrial, fue desde finales de la década de los 80 cuando su popularidad inició un crecimiento notable, con el establecimiento en Europa tanto del Slow Food como del Cittaslow, que os explicamos en el siguiente punto.
En el año 1986 en Italia el periodista Carlo Petrini inició una campaña contra la comida basura a raíz de la apertura de un establecimiento de la cadena estadounidense de comida rápida McDonald’s en la Plaza de España de Roma.
Petrini vio en ello una amenaza contra la saludable alimentación tradicional italiana y la dieta mediterránea, lo que le llevó a movilizarse, dando origen a lo que desde entonces se denomina “Slow Food” (comida lenta).
Al tiempo de este surgimiento en Europa, otras propuestas Slow se extendieron rápidamente por Japón y Australia hasta alcanzar repercusión en todo el planeta.
Diferentes aspectos del Movimiento Slow Life
El movimiento Slow Life es toda una filosofía de vida, una forma de entender el mundo que nos rodea y el modo de vivir el día a día. Es por ello que abarca multitud de campos y promueve tanto modificar nuestro modo de actuación cotidiano (nuestra actitud frente a la vida) como el modo en que interactuamos con el planeta, a favor de una mayor sostenibilidad y calidad de vida.
Slow Food
Ya hemos mencionado el movimiento Slow Food como precursor de la actual filosofía slow. En contra del concepto Fast Food, el movimiento llamado Slow Food aboga por disfrutar de los productos de proximidad y de la alimentación tradicional, con ingredientes cultivados respetando el medio ambiente y en los tiempos que necesita el campo.
Y es que una de las preocupaciones más importantes para el movimiento Slow Food es el futuro de la alimentación en el mundo. En este aspecto tan importante, el Movimiento Slow trata de defender la diversidad de los cultivos y las materias primas frente a una agricultura industrial cada vez más globalizada, la cual, con los monocultivos y los sistemas de distribución centralizados, contribuye en gran medida al cambio climático.
Y por supuesto, Slow Food promueve también el disfrute de esa comida, mediante un consumo sin prisa y saboreándola con consciencia y la atención necesaria.
Cittaslow
El movimiento Cittaslow nace en Italia en 1999 para ampliar la filosofía del Slow Food a municipios locales, con el fin de acercarlos al concepto del buen vivir y ponerlo en práctica en la vida cotidiana. Entre sus objetivos se encuentra la resistencia a la homogeneización y globalización, potenciando la felicidad y la autodeterminación y preservando los modos de vida tradicionales y sostenibles.
Cittaslow es una apuesta por potenciar municipios con un ritmo de vida desacelerado. Se pretende crear entornos que generen sosiego, con un urbanismo que potencie los espacios peatonales, donde los ciudadanos puedan pasear, charlar y disfrutar tomándose el tiempo necesario para las personas y actividades con las que se disfruta.
En España algunos municipios han apostado por esta filosofía y se han adherido al movimiento internacional por una calidad de vida Cittaslow. Se trata de toda una declaración de principios que guía la actividad municipal y que busca el bienestar de sus vecinos atendiendo a principios alejados de los ritmos habituales de las grandes urbes.
Con el caracol como logotipo de este movimiento, representa muy gráficamente su apuesta por una vida lenta, sostenible, plena y más humana.
Turismo Slow
Con una relación muy directa con el punto anterior, por cómo afecta en la vida cotidiana de aquellas poblaciones que constituyen un destino turístico, uno de los principios del Movimiento Slow es incentivar el Turismo Slow.
La intención es promover un tipo de turismo sostenible y responsable, que sea respetuoso con los valores de una comunidad, con el medio natural, patrimonial y social. Se trata de minimizar los impactos sociales, económicos y ambientales negativos que el turismo puede suponer, y al mismo tiempo mejorar la calidad de la actividad turística.
Existe una manera diferente de visitar y descubrir rincones nuevos en el mundo, sin prisas, y entrando en contacto con la gente y la cultura local.
En las grandes ciudades como Barcelona, donde el ritmo de vida transcurre a toda velocidad, es bien conocido además el impacto negativo que puede tener un turismo descontrolado o irresponsable para la vida en la ciudad. Aspectos como la masificación, el aumento desmesurado del precio del alquiler, o el consiguiente desplazamiento de los habitantes del centro de la ciudad hacia zonas periféricas suponen grandes inconvenientes para conseguir un estilo de vida más saludable.
Cada vez más, impulsados por la filosofía Slow, existen rincones en las grandes ciudades que ofrecen lugares para relajarse al margen del bullicio urbano, como SLOW SPA, un nuevo spa en Barcelona, un espacio de bienestar inspirado en Asia, acogedor y confortable, ubicado en pleno corazón de l’Eixample barcelonés. También en los últimos años han proliferado los restaurantes que promueven el Slow Food, ofreciendo opciones para disfrutar de la comida basada en la calidad, la proximidad y la sostenibilidad de una manera desacelerada.
Slow Fashion
El término Slow Fashion fue creado por la diseñadora británica Kate Fletcher en el año 2007, haciendo referencia a un movimiento que apuesta por una moda sostenible, y desde entonces va ganando seguidores.
Slow Fashion nace en contrapartida a la moda producida masivamente y al compra-usa-tira, y todo en la misma temporada. Y es que cabe destacar que en la actualidad la industria de la moda es de las más contaminantes del planeta.
Por ello, el movimiento Slow Fashion apuesta por una moda sostenible, con prendas de buena calidad por su mayor durabilidad, que vayan más allá de las tendencias (un estilo más atemporal), y sean reparables y personalizables para prolongar el ciclo útil de la ropa. También propugna la compra responsable (menor número de prendas y con menor frecuencia), preferiblemente procedentes de métodos de producción sostenible y ética (artesanales o procedentes del comercio local o comercio justo).
Slow Life, una forma de vida
Una característica importante del movimiento Slow es que su promoción y mantenimiento proviene de individuos que constituyen una comunidad global que tiende a expandirse, y que se trata de un movimiento no organizado ni controlado por una organización como tal. El periodista canadiense Carl Honoré, autor de “Elogio de la lentitud” (editorial RBA Libros, 2008) es uno de los principales promotores de este movimiento en el mundo. En el siguiente vídeo nos explica más acerca de la Slow Life:
Como ves, seguir esta filosofía de vida requiere algunos cambios en nuestra forma de enforcar diversos ámbitos del día a día para disfrutar con todos los sentidos de lo que la vida nos ofrece.
Debemos deshacernos de las prisas y del estrés, para dedicarnos más atención a nosotros mismos, a nuestro entorno y a las personas con las que convivimos.
Los principios del Movimiento Slow Life cuestionan muchos de los pilares del modo de vida actual, y nos invita a una vida más pausada, más selectiva con nuestras prioridades de actuación y más consciente, todo ello para alcanzar una vida más saludable y feliz.
Ahora que ya conoces un poco más acerca de la filosofía slow, recuerda que cuando necesites frenar te esperamos en Slow Spa Barcelona ?